miércoles, marzo 01, 2006

Un cuento de amor imposible


En esta cripta, más octogonal que redonda, un escaso haz grisáceo se escapa, por entre los cortinajes negros que ocultan los tragaluces; y tímido se apoya en la fría estatua donde estoy encerrada. Se desvelan, en ese momento del día, algo fantasmales, mis facciones, de una imperecedera juventud, eterna y pétrea. Mi alma pugna por salir y liberarme de esta prisión marmórea, por que ahí estas tú, mi amor, que desde ese lecho de piedra me miras todo el tiempo. En actitud de extender tu mano para tocarme si quiera un momento, un momento que se perpetua por siempre, por que mi brazo alargado hacia esa mano no logra rozarla ni un segundo. Quiero salir, mi amor, para besarte los labios, y despertarte de ese sueño donde, tú también, estás prisionero. Te miro y me miras, y la helada humedad me gotea en los ojos como lágrimas imposibles de enjugar. Me miras y te miro en una contemplación que dura ya horas, o siglos, o un milenio. La impotencia de ser uno solo nos divide en dos, tan juntos y tan eternamente distantes. Te amo y me amas, tus ojos me lo dicen, mas, ¿qué sentido tiene un amor tan cercanamente lejano? Quiero regresar a la vida y ser tuya una sola vez y fundirme en ti solo un instante. Cambio ese momento por toda la eternidad de la que hemos sido dotados como estatuas yacentes que guardan un amor imposible: El de los amantes de Teruel, que perpetuamente se miran pero no se pueden tocar jamás.
Toni Mesías

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me encanta tu relato, espero que publiques más a través del blog
Un saludo
Manuela

7:34 p. m.  

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